Carta Formal

Debo decirle, aunque usted sabe, que tengo miedo. Miedo del sol. De la lluvia cuando no llueve. De ser pasajera en la vida que eligió compartir conmigo cuando sinceró el papel extenuante de recio señor. Miedo de las arrugas que soportan las prendas que guardo en un bolso en su ropero. Miedo a la investidura de los terceros a los que no he logrado dejar de prestarle atención. Miedo del aire que no llego a respirar cuando usted no está cerca.

Dedo decirle -sin más expectativas de que me quiera aún- que le temo a todo. A las hormigas negras porque muerden y a las coloradas porque pican. Le temo a los orificios de los coladores. Le temo a las consecuencias de ver un eclipse sin anteojos de sol. Le temo a los átomos de uranio y a los rayos gama. A la ausencia de vitamina D. A que un día no esté cerca su cuerpo para acurrucarme en un cine, en una cama, en el patio grande de una costanera.

Debo aclarar que miento cuando digo que no siento escalofríos solo de pensar que usted no sea parte de mi vida. Terror es lo que siento al imaginar sueños que no lo sueñen y sonrisas que no le pertenezcan. Caminos que no sean de su mano y albergues que no contengan el ardor de su cuerpo incorporándose al mío cuando el sueño lo vence.

Debo quizás aclarar que si bien soy miedosa, nunca he llorado de miedo hasta ahora. Pero hoy -temiendo que usted se disponga a no quererme ya más- lloro, tiemblo, grito de miedo. No tengo más razón que esta pequeña confesión (intentando un disculpa), para escribir esta carta, con pretensión de obtener su perdón y un mitigar del miedo.

Acerca de Nariz de Tobogán

Ella tenía ganas de ser... Aún las tiene.
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2 respuestas a Carta Formal

  1. guillergalo dijo:

    Sabes que manejas una madeja de nudos que se desatan con palabras para meterse en el nudo más profundo de la angustia existencial, esa que desata liberaciones, palabras hermosas y realismo.
    Me gusto mucho.

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